sábado, marzo 25, 2006

Ah, París, París! (2)

Como ha habido problemas (algún defecto en el código restaurado no me permite publicar añadidos en la primera entrada) dejo lo que antes había como estaba, y lo de Rodin continúa en una nueva entrada.
para entender mejor la obra escultórica y las influencias mutuas de Auguste Rodin y Camille Claudel hay que hacer referencia, creo, a la relación que se estableció entre ambos (y por la que Max se interesaba en uno de sus comentarios)

(Interludio amoroso)

Los amores de Camille y Auguste

Camille en 1884 y Auguste en 1881.
Cuando se conocieron ella tenía 18 años y él 43.
El retrato de Rodin lo hizo Nadar; el de Claudel, César.

En 1882, Cuando Rodin y Camille Claudel se conocieron, ella tenía 18 años, él 43. Rodin era un hombre «maduro» de acuerdo con los criterios de la época, y, desde hacía más de 20 años, vivía con Rose Beuret, aunque nunca se habían casado. De esa unión había nacido un único hijo. También estaba empezando a obtener el reconocimiento por su trabajo. Es decir, salvo por el hecho de no haber formalizado su unión, Auguste era un típico burgués de la época, con una familia estable y que, en plena madurez, estaba alcanzando el éxito. Rose, una mujer sencilla, sin oficio ni inquietudes intelectuales, se ocupaba de la casa.

Rose había sido muy hermosa en su juventud,
como refleja Rodin en una de sus obras tempranas,
pero las penurias y el paso de tiempo habían ajado su belleza.


Por su parte, Camille había manifestado un temprano, casi precoz, interés por la escultura y, cosa curiosa para la época, había logrado el apoyo de su familia: para que su hija mayor pudiera estudiar Bellas Artes, la madre se estableció de forma permanente en París con los tres hijos, mientras el padre, registrador de la propiedad, se desplazaba de forma itinerante de acuerdo con los diversos destinos que le adjudicaban.
Como la escuela oficial de Bellas Artes estaba vedada a las mujeres, Camille se matriculó en una academia privada y en 1882 alquiló un taller en Notre-Dame des Champs, junto a varias amigas con aspiraciones artísticas. Alfred Boucher, otro escultor contemporáneo de Rodin, actuaba como preceptor de las jóvenes, y pasaba de vez en cuando por el taller para supervisar su trabajo y aconsejarlas.

Camille en su taller hacia 1884,
junto a una de sus compañeras, Ghita Theuriet
(retrato de Victor Pannelier).

Comparada con Rose, Camille encarnaba la juventud, la inteligencia y el espíritu de independencia. Era hermosa, culta y estaba llena de inquietudes. Tenía una conversación amena y unas ganas enormes de vivir, disfrutar y triunfar. Era una artista.
Auguste y Camille se conocieron gracias a que en 1881 Boucher había ganado un premio, una especie de beca, que le permitía ampliar su estudios en Italia. Boucher había sido en parte responsable del éxito de Rodin, pues era él quien había llamado la atención del director de Bellas Artes sobre su persona, al promover junto a otros escultores, la adquisición de una escultura de Rodin, La edad del bronce, que propició el encargo oficial de La puerta del infierno. Así que Boucher le pidió a su amigo que lo sustituyera como maestro al frente del taller de Notre-Dame. Rodin enseguida sintió admiración tanto por la obra como por la persona de su joven pupila. Una admiración que se transformó en pasión violenta y al principio no del todo correspondida. Camille adoptó una actitud caprichosa, probablemente porque era muy joven y se sintió fascinada por el hecho de que un hombre tan admirado estuviera rendido a sus pies. Durante tres años lo trató de forma desdeñosa (así lo demuestran las cartas que el escultor le mandaba en las que le reprochaba su dureza y su falta de compasión). La pasión de Rodin era tan intensa que descuidó su trabajo hasta el punto de que en 1886 no presentó ninguna obra en el «Salón» (la exposición anual que realizaba la Academia de Bellas Artes) porque, tal y como le confesó en una inconexa carta en la que se dirige a ella como «mi feroz amiga», «estaba dispuesto a renunciar a todo salvo a ella». La carta le fue enviada a Inglaterra, donde Camille se había refugiado, quizá huyendo de la devastadora pasión que le manifestaba el maestro y de los comentarios que empezaban a circular acerca de su presunta intimidad.



Reproducción de la desesperada carta que Rodin
envió a Claudel en el verano de 1883 «Mi feroz amiga...»
y en la que le declara su apasionado amor
.

Ciertos pasajes de esa carta dan a entender que entre ellos ya se había establecido una relación íntima (habla de que la busca en los lugares que ambos disfrutaban, «nuestros lugares», y solo encuentra su ausencia) a la que Camille no acababa de abandonarse, tal vez porque no estaba dispuesta a compartirlo con otra mujer y porque tampoco quería renunciar a su independencia.
Lo cierto es que a pesar de que Rodin la visitó durante unos días, no consiguió que volviera y Camille pasó todo el verano en Inglaterra. En septiembre regresó y al parecer cedió a las exigencias de Rodin, pero aprovechó el júbilo del escultor para hacerle firmar un contrato (bastante pintoresco por cierto, aunque probablemente no haya que tomarlo al pie de la letra, sino entenderlo como una broma entre ambos) con condiciones casi leoninas. La joven le exigía ser su única discípula, que pusiera a su disposición todas su amistades y contactos (en especial los más influyentes), no tener relaciones carnales con ninguna otra mujer ni utilizar como modelos a sus antiguas amantes, llevarla consigo a dos viajes proyectados (que al final no tuvieron lugar), esculpir un retrato suyo de mármol a entregar cinco meses después, financiar una serie de retratos de ella con diversas indumentarias realizados en el estudio Carjat... a cambio ella se comprometía a no salir de París hasta el mes de mayo, y a recibirlo en su estudio cuatro veces al mes. Pasados los seis meses que estipulaba el contrato (y si durante ese periodo él no había sido infiel con ninguna otra mujer), se casarían.

Retrato de Camille en vestido de paseo
realizado por Etienne Carjat en 1886, una de las pocas
condiciones del contrato que se cumplieron.

La mayor parte de las condiciones no se cumplieron nunca, y tampoco se casaron, pero a pesar de la peleas y de los celos de Camille –Rodin se «enamoraba» de sus modelos y de casi todas las mujeres que trataba–, fueron más o menos felices y compartieron viajes, actividades y un apasionado romance hasta 1892. Por entonces parece que algo terrible ocurrió entre ellos (algunas cartas posteriores de amigos de la pareja dan a entender que hubo un embarazo y un aborto provocado, y quizá no deseado por Camille) y la relación se cargó de tensiones. La familia de Camille, que hasta entonces lo había recibido de buen grado en su casa, dejó de tratar a Rodin; ella le mandaba aviso cuando sus padres la visitaban para que él no acudiera a su taller.


Camille en su taller hacia 1887, cuando
trabajaba en su ambiciosa escultura
Sakuntala
.
Junto a ella Jessie Lipscomb (fotografía de William Elborne).

Por último, Camille todavía mantenía la exigencia de que el escultor repudiara a Rose, hacia la que Rodin sentía una gran lealtad, porque había compartido con él los duros inicios y la miseria y, además, era la madre de su hijo. El escultor se sentía incapaz de abandonarla (y probablemente empezó a sentir miedo de los violentos arrebatos de Camille).
La ruptura se consumó en abril de 1893 y Rodin se instaló en Bellevue y después en Meudon con la paciente y tolerante Rose y el hijo de ambos.


La casa de Meudon que Rodin compró
para establecerse con Rose y su hijo, tras la primera
ruptura con Camille, y que fue su hogar definitivo.

En verdad, Camille tenía un temperamento muy apasionado, y es posible que en aquella época tuviera los primeros brotes de locura que culminaron con su reclusión años más tarde. A partir de la primera ruptura, su obra se vuelve mucho más dramática y oscura, desgarrada, e incluso hay un grupo escultórico que claramente alude a la situación. En la primera versión de La edad madura (1892), Camille representa a un varón con los rasgos de Rodin que elige a una mujer envejecida (Rose), a pesar de los ruegos de su joven amante arrodillada (la propia Camille). En la versión en bronce de 1899, las figuras son aún más dramáticas: la Vejez abraza al hombre de forma posesiva y hasta siniestra, y se ha perdido el contacto de las manos de la Juventud con el hombre, para subrayar con más vigor el alejamiento y el abandono de la joven implorante. Una escultura impresionante, pero muy poco compasiva, más bien vejatoria, hacia la pobre Rose, que no era culpable de nada...


Arriba, la primera versión en yeso de La edad
madura,
que data de 1892 (época aproximada
de la primera ruptura). Abajo, la versión definitiva;
el yeso, un encargo de la dirección de Bellas Artes,
fue aceptado y presentado al público en el
Salón de la Sociedad en 1899, pero no se tradujo
en bronce hasta mucho más tarde
(en algún momento entre 1913 y 1925).
Camille acusaba a Rodin de ser el culpable de las
dilaciones; aunque es posible que el escultor no deseara
ver su vida privada expuesta de semejante manera, no hay
evidencias de que así fuera.

Después de la ruptura, Camille manifestó un odio casi feroz hacia su antiguo amante, al que no quiso volver a tratar hasta que en 1895 volvieron a encontrarse y Camille aceptó reanudar la relación, aunque las cosas ya nunca fueron iguales. Durante los tres años siguientes los encuentros fueron intermitentes y tormentosos, más bien una agonía que se prolongaba en el tiempo. Las tensiones entre ambos se vieron subrayadas por los comentarios que negaban que Claudel tuviera verdadero talento, y la acusaban de falta de originalidad y de «plagiar» a su amante y mentor. Incluso se llegó a decir que era Rodin quien en realidad ejecutaba sus obras. Tratando de acallar esas voces, es probable que ella quisiera distanciarse para demostrar sus cualidades; dejó de compartir su taller y realizó algunas obras de un estilo muy diferente al que la había caracterizado hasta entonces (al final de la entrada de Rodin habrá un apartado donde se comparan algunas de las obras de uno y otra y se analizan las concordancias y diferencias).


Camille según Rodin, el retrato fue dibujado
hacia 1892, y el escultor lo utilizó más adelante
para realizar una escultura en mármol:
El pensamiento
.
Por su parte, Camille empezó a trabajar en el yeso que
retrataba a Rodin hacia 1889 (aunque él era un modelo
poco paciente y el proceso fue muy largo). Auguste
se hizo cargo de la factura de fundición y de la obra
misma en 1892. Por desgracia, el yeso original
quedó destrozado en el proceso.


En 1898 se produjo la ruptura final. A partir de entonces la aversión de Camille hacia el escultor fue in crescendo. Uno de los primeros síntomas que presagiaban la locura fue que desarrolló una intensa manía persecutoria hacia su ex amante. De Rodin llegó a decir: «toda mi vida me veré perseguida por la venganza de ese monstruo». Estaba convencida de que él utilizaba su influencia para impedir que sus obras se expusieran y que recibiera encargos, aunque la realidad era bien distinta. Mientras vivió, Rodin siempre la ayudó desde la sombra; pagaba el alquiler de su taller de forma encubierta, financiaba su trabajo mediante donaciones anónimas o a través de amigos, adquiría sus obras por persona interpuesta, y utilizó sus influencias para favorecerla y proporcionarle ventas y encargos. Para algunos, síntoma de que nunca dejó de amarla; para otros, una forma de expiar la culpa que sentía; quizá sólo humanidad y compasión hacia alguien a quien había amado mucho y a la que respetaba a pesar de su furia...


Probablemente el equilibrio mental de Camille siempre fue muy frágil, y lo que en su juventud parecía inconstancia, veleidad y celos, escondía una fuerte inseguridad y anticipaba serios trastornos; un genio atormentado y maldito, como muchos de sus contemporáneos... Por su parte, Rodin era un hombre ya mayor que quizá prefería vivir tranquilo, y que estaba poco dispuesto a dejarse dominar por una pasión tan exigente.


Tras la ruptura definitiva, Camille, herida y falta de recursos, se sumió en el aislamiento. A finales del verano de 1909, su hermano Paul la visitó y reconoció en ella claros síntomas de locura: el papel de las paredes de su casa estaba arrancado a jirones, sus escayolas estaban despedazadas y esparcidas por el suelo, los muebles destrozados, la suciedad se acumulaba por todas partes, se había abandonado por completo y hablaba de forma incoherente...


Camille trabajando en su taller, en 1911.
Por entonces sus ataques de ira, y su manía persecutoria
estaban ya muy exacerbados.

En 1913 sufrió una crisis durante la cual destruyó todo aquello en lo que había trabajado durante los últimos años y su familia decidió ingresarla en un sanatorio. La madre prohibió que recibiera visitas, y solo ella y su hermano iban a verla. Nunca volvió a salir. Rodin creó un fondo para ella, que se disfrazó como una donación anónima destinada a un artista necesitado que le fue adjudicada por el Tesoro. Encerrada, loca, inactiva y apartada del mundo y de todos su amigos, olvidada, Camille vivió todavía muchos años, hasta 1943.

¿Un triste final para una pasión tan grande?

Rodin en la biblioteca del palacio Biron,
rodeado de sus adquisiciones.
Retrato de Franck Bal realizado hacia 1905.


EPÍLOGO: Rodin se casó con Rose Beuret, su compañera durante más de medio siglo, in extremis, el 29 de enero de 1917, dos semanas antes de que ella falleciera (el 14 de febrero) y a sólo nueve meses de su propia muerte, ocurrida el 17 de noviembre (¿quizá esa boda fue la última voluntad de una moribunda?). El día 24 fue enterrado en Meudon, junto a Rose, en una tumba que luego fue coronada por la figura de El pensador.


Auguste Rodin y Rose Beuret en 1902,
en el jardin de Meudon, quince años antes de su muerte .

Eugène Blot, un antiguo pretendiente de Camille y viejo amigo de ambos, decía en una carta de 1932 que ella nunca llegó a leer: «En realidad, [Rodin] sólo os amó a vos, Camille, hoy puedo decirlo. Todo lo demás, las lamentables aventuras, la ridícula vida mundana –en él, que en el fondo seguía siendo un hombre de pueblo– era la consecuencia de una naturaleza excesiva. ¡Oh, Camille, sé perfectamente que os abandonó! No intento justificarle. Habéis sufrido demasiado por él. Pero no retiro nada de lo que acabo de escribir. El tiempo volverá a ponerlo todo en su lugar.»



Tumba de Auguste y Rose en el cementerio de Meudon.
Una reproducción de
El Pensador la corona.


4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Fascinante! Me gusta mucho, guapa!

3:41 a. m.  
Blogger Daniel Tubau said...

Verdaderamente interesante esta entrada de los amores de Rodin y Claudel. Ha sido un placer leerlo.

7:37 p. m.  
Blogger Ondina said...

Gracias por vuestro aliento. Hay algunos defectillos en las iustraciones (filetes blancos y fondos si calar) y con los colores de la tipografía, pero no quiero tocarlo mucho, por si acaso. Max ha detectado también algunas erratas en las fechas que ya he corregido (muy discreto él, me ha enviado un e-mail de forma privada en vez de ponerme en evidencia con un comentario, gracias guapo!), y de paso alguna errata más que he encontrado al hacerlo. Besitos

2:05 a. m.  
Blogger Profe said...

:D:D:D muchisisisimas gracias por estas entradas de rodin y camile:D estoy haciendo un trabajo en el q queria lanzarme a traves de esa historia y me has dado todo:D te pongo una remitencia en mi blog:D porq queria hacer una entrada con este tema:D pero tu la has hecho ya inmejorable:D gracias de verdad:D

10:32 a. m.  

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